ARNALDO ESTE
ESCRITOS, FOTOS, IMAGENES DIVERSAS, EXPERIENCIAS LA EDUCACIÓN, LA CULTURA, LOS VALORES, LOS CAMBIOS. UNA PERSPECTIVA FILOSÓFICA, ANTROPOLÓGICA. EDUCATION, CULTURE, VALUES, SOCIAL CHANGES
sábado, 24 de octubre de 2020
viernes, 24 de junio de 2016
LO DIGITAL COMO ATMÓSFERA
Al docente:
Al estudiante
A los directivos
A los padres y la familia
A las comunidades.
miércoles, 10 de febrero de 2016
miércoles, 17 de octubre de 2012
CONTINUIDAD CON LA NATURALEZA
Los valores de UNO: Dignidad, Participación, Solidaridad, Diversidad, Continuidad con la Naturaleza.
Arnaldo Esté
Septiembre 2012
Tal vez, a muchas culturas antiguas y grandiosas como la maya, la quechua o la del khmer en la actual Cambodia, les llegaron señales precoces de la decadencia, de sequias o deslaves producto de gerencias u operaciones erradas de las aguas. O tal vez desoyeron e ignoraron la comunicación de sus dioses.
Hoy, señales similares se hacen cada vez más frecuentes, lo que conlleva a las Naciones Unidas (Resolución 63/278 de la Asamblea General) a darle entrada a la Pachamama, a la Madre Tierra de todos los tiempos, a su simbología. Y como éste, hay decenas de acuerdos, entre los que sobresale el Protocolo de Kioto. Además, las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), los movimientos ecologistas y conservacionistas aumentan en número y fuerza.
Arne Naess (1973), Fritjov Capra (1975) y muchos otros se refieren a la Ecología Profunda, tratando de comprender lo que se oculta más allá del conservacionismo. Y por ellos sabemos que la Naturaleza nos transita en energías, ondas y partículas que están en todas partes, que han estado siempre, pero que aun no percibimos bien lo que va quedando en ese discurrir. Aunque lo ponemos en palabras conocidas, en símbolos, en oraciones y cantos. En veneraciones y devociones.
Porque no es sólo asunto de contaminación, basura, gases, tóxicos que ya es grave y urgente. No sólo es reciclaje y preservación de recursos. Es mucho más que especies que se extinguen. Es mucho más que conservación de una planta, que es amor y exigencia. Mucho más que un comprensivo “desarrollo sustentable” o “sostenible” o del análisis de las causas del confuso cambio climático. Es más que las conductas de arrepentimiento y vergüenza con las que se idearon los parques artificiales y las zonas protegidas. Islas de reconciliación. Pagos de purgatorio.
La continuidad con la naturaleza es un valor emergente, que supera el antropocentrismo sin desmejorar la calidad humana. Rebasa intereses individuales con la consciencia de que todo lo que a ella perturba nos perturba a todos. Es identificarnos con la Naturaleza, no sólo porque con ello va la propia vida sino porque vivir así, en el Valor de esa continuidad, es mucho más que subsistencia.
No es simplemente el bien y el mal. Es el actuar y pensar la Naturaleza como un tránsito permanente e indetenible y que como toda travesía también deja sus huellas. No somos los mismos antes y después del viaje, antes y después de lo vivido. Para el quechua, la distancia entre el presente y el pasado está en la Naturaleza, porque ella es el plano horizontal donde el hombre vive, con sus muertos y con los vivos que lo acompañan, no es arriba ni abajo, no es cielo y tierra, no es bien y mal. Ella es el punto de encuentro que compartimos con los ancestros. Este mismo espacio fue y será el de nuestros hijos. Nos une la fuerza vital que nos anima y nos sostiene, como anima y sostiene a los animales, las plantas, a los minerales… De esta manera se integran tiempo y espacio, mientras el pasado acompaña el presente en representación petrificada.
Hoy los especialistas utilizan el mismo concepto al referirse a la fragilidad de los sistemas ecológicos y su vulnerabilidad. Mientras, la poesía, las artes, sueltas a su propia continencia, afloran los símiles de ese tránsito:” baila como el viento”, “canta como la lluvia”, “mira como el sol, iluminando con tu mirada las cosas”. Abre tu piel a las muchas texturas, descúbrela como el mejor recurso de pertenencia a Ella, no el que te separa de Ella. Hacer de nosotros un maravilloso diapasón que sabe vibrar con todo: colores, sonidos, vientos, y aquellos tránsitos, que llamamos misteriosos, porque aun no tenemos las formas de precisarlos.
Es indispensable concebir al Ser humano – naturaleza no como una relación entre dos aspectos separados y divergentes, sino como una misma sustancia en diferentes manifestaciones y continentes. Contra la posición reduccionista que identifica a la Naturaleza con humedad, luz y color, calor, frio, y en afanes de clasificarla en grados y niveles, emerge la otra, que es esa apertura no discriminadora a su tránsito permanente. En búsqueda no evasiva ni egoísta de apagar la propia incertidumbre, como si pudiera existir su extinción. Olvidando que la incertidumbre es la mejor manera de comprender el trayecto, la vida en continuidad.
Emerge un Valor aún no cultivado o percibido cotidianamente. Ni siquiera se conceptualiza en la escolaridad como la Creación de Dios para los hombres y mujeres del mundo, para su vivir. Cuesta entender el extrañamiento e invento de la Naturaleza como algo “más allá” de nosotros, manifiesto en la metáfora de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, el destierro, porque habían dejado de comprender aquel sentido de la Creación divina. El mensaje es claro: el ser humano tiene su espacio en la Naturaleza, pero con unos linderos, con una piel que lejos de limitarlo, garantiza su integración, su indisoluble tránsito y permanencia, como un solo cuerpo con diferentes expresiones perceptibles a diario.
lunes, 15 de octubre de 2012
DIVERSIDAD
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- Dignidad,
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- Continuidad con la Naturaleza.
Todo inmerso en lo Digital como valor emergente.
LA DIVERSIDAD
Es frecuente encontrar, en críticos de la educación formal, tradicional, la acusación de ser homogeneizadora: like bricks in the wall dice la canción sesentosa.
Ahora, el reclamo trasciende lo educativo y tiene que ver con el mundo que emerge y la manera, en general, de percibir a los otros. La vertiginosa fluidez de la información permite percibir, más rápidamente, las expansiones económicas y culturales, las guerras religiosas, las segregaciones y exclusiones sociales, que parecen llegar todas al mismo tiempo a su apogeo culminante y a su agotamiento.
Hoy es difícil hacer bandera del racismo, pero existe. Es insólito, en la comunicación abierta y difundida que genera el contacto de las más apartadas culturas, a partir de lo digital, pensar en la presencia de la discriminación soberbia y prepotente; pero la hay. La condición de migrante en muchos países se ha convertido en un ámbito de segregación y ultraje. Pensemos en el Apartheid. La paradoja subyace, porque todos los pueblos del mundo conocido han sido migrantes alguna vez, desde el israelita que participó del éxodo, hasta los desplazados políticos del Muro de Berlín y el conflicto colombiano. La mejor prueba de ello es el nacimiento, en 1950, del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
La diversidad es otro valor emergente. Es saber que los otros no son como yo y que, además, los necesito.
El mestizaje se manifiesta en el lenguaje, en el “seísmo” americano y el “leísmo” español. El carnaval brasileño hunde sus raíces en el Imperio Romano, pero adquiere su propia impronta. La religiosidad andina integra sincréticamente al dogma cristiano con la teología quechua. Los mexicanos de Puebla de Los Ángeles adoran a Nuestra Señora del Rosario de Tonanzin, que es la misma Virgen de Chiquinquirá o la Coromoto. En sí, la práctica religiosa cambia y se hace hispanoamericana.
El mismo efecto se registra en la literatura y en las artes, en los muralistas mexicanos o en los textos y enciclopedias que incorporan y cuelan terminologías hijas del espacio americano. Pídale a un hispanohablante y a un ibérico que pronuncie la palabra “atlético”. El español peninsular no reconoce la integración “tl” derivada del nahuatl y pronuncia “at-lético”.
En el espacio de la pedagogía es conveniente precisar la riqueza del mestizaje cultural y, aún más, el potencial de aprendizaje que podemos perder, por ignorar el disfrute de la diversidad. Porque la variedad no sólo atiende a lo perceptible a simple vista, que también es relevante y conveniente. Sino también incluye perspectivas disímiles, otras maneras del comprender, del conocer, del disfrutar.
Con frecuencia es sutil la percepción de la diversidad en un grupo de niños. Tiempos, estilos, entonaciones, atuendos, modas, afloran en la curiosa dialéctica de querer parecerse a los otros y, a la vez, tener una identidad propia. El trabajo en grupos es propicio para hacer florecer la variedad y el aprendizaje de lo diverso, pero en el mismo espacio se reafirma el imaginario y la conformidad individual.
El cultivo de los valores supone su ejercicio, su práctica continua y además la aplicación de las estrategias y competencias en las que ellos se realizan. El momento individual en la Interacción Constructiva es, además del ejercicio de la Dignidad, la oportunidad, en cuanto a tiempo y exigencias, para que cada estudiante siga su propio paso, su propio ritmo, su estilo de manejar el problema. Eso es reconocer la diversidad. Se descubre que el desempeño, lejos de empobrecer, enriquece y que los inevitables conflictos que trae la diversidad, si se naturalizan, resultarán fructíferos. El diálogo se transforma en hábito y afloran las destrezas de negociación entre las diversidades. Se trata de profundizar en la competencia comunicativa.