LOS PROBLEMAS Y LAS PREGUNTAS PERTINENTES
Arnaldo Esté
4 de agosto de 2011
Con Lo digital viene la CULTURA DE LA PARTICIPACIÓN. Debemos abonar esa cultura.
La participación no existe como un valor. Ni siquiera se la concibe como un derecha y en muchos aparece como una opción. En las aulas de clase la participación es una oportunidad que el maestro otorga, en el supuesto de que los estudiantes aprenden con la lección que se les da.
Sabemos que no es así. La lección ayuda pero ahora, con tal abundancia de información, la calase informativa tradicional frena el curso informativo al resumir la comunicación al a la acción informativa magisterial.
De la Sociedad y de la Naturaleza se recibe todo lo que somos. Devolver algo de lo que recibimos es participar.
Es frecuente la queja de maestros que quieren y predican la necesidad de que sus estudiantes participen pero no lo logran. Algunos llegan a decir que no quieren hacerlo, que son monosilábicos,
tímidos, ¡qué se yo
La participación es la mejor manera de realizarse la condición humana. La condición social humana. Ella hay que propiciarla, hay que estimularla. Hay que establecerla como un derecho. Como un derecho que se hace vigente en un ambiente de aprendizaje.
La participación no nace con la persona. Es cultural, se adquiere y realiza como aprendizaje.
En la tradición escolar la participación ha sido reducida y, frecuentemente reprimida, cuando compite con el monopolio que el maestro, como informador, tiene de la palabra.
Aprender a participar se hace participando y participar supone que me siento parte legítima y reconocida, respetada del todo, del grupo y que, además, tengo algo que aportar a éste.
Es patrimonio de la vida de todos, la experiencia, haber vivido. Eso se atesora en el cuerpo.
Lo deseable es que todos los que asisten a un ambiente de aprendizaje, a un grupo, aporten esas riquezas y experiencias para que a partir de ellas se construyan más y más experiencias y aventuras.
Es necesario recurrir a la Pedagogía para propiciar esa participación, ese aporte. Hay que darle entrada, incluso, presionarlo.
De aquí lo que llamamos preguntas o problemas pertinentes.
La pertinencia (Que es mucho mas que “chalenge”))puede tener que ver con las exigencias sociales de los aprendizajes o conocimientos. Eso es muy importante como materia educativa e investigativa. Pero aquí me refiero a ella como la relación que tiene una pregunta o problema con las experiencias y riquezas de mi cuerpo de mi vida ya vivida.
Una clase, entonces, debe comenzar por la presentación, verbal, visual, digital… de un problema que tenga la virtud de invocar, de validar y llevar a expresar ante el grupo esas experiencias y riquezas.
Una formulación, un enunciado dirigido a esa intimidad, y que para lograrlo debe, preferiblemente, hacerse en segunda persona: personalizada, indicando que lo que necesitamos, lo que esperamos es tu propia experiencia, opinión, aporte. No lo que está en los libros o tratados. No lo que está en Internet u otros informadores.
Así: ¿Cómo es tu mamá?, ¿Qué es lo que más te gusta de de tu perro?, ¿Cómo es tu casa?, ¿Cómo crees que se puede curar la gripe?
Lo que sigue es llevar al estudiante a que escriba o represente de alguna manera su opinión. Que luego se la comunique al resto del grupo y que se abra una discusión que reúna y enriquezca con informaciones de diferentes fuentes (ahora sí: Internet, el maestro…)
Un problema pertinente puede tener una intención temática. Servir de inicio para el desarrollo de un tema importante o de exigencia curricular.
Puede también abordarse en diversos niveles o modalidades. Pero siempre debe conducir a la interacción a la práctica de valores adicionales a la participación, el cultivo de la diversidad, la dignidad de la persona al respetar sus experiencias y saberes, la colaboración, y, sobre todo al uso eficiente y comunicativo del lenguaje.